La orquesta sinfónica de pájaros ofrecía su concierto de todas las tardes en el teatro redondo del cielo, que estaba repleto de luces.
Un pájaro rojo con el copete erizado y con trazas de director, dio la señal convenida y todos los ejecutantes rompieron a tocar sus instrumentos.
Aquel hermoso teatro por hermosas fuentes y jardines al natura. Nada de lo pintado artificialmente podía igualar la belleza de aquellos paisajes vivos.
- Necesito un solista par el segundo acto- dijo el pájaro maestro, cuando la última melodía se perdió en el atardecer.
- Quiero una voz jamás oída y digan de recordarse por todas las generaciones de pájaros músicos.
- Aquí estoy yo! Dijo el canario y comenzó a trinar con toda la armonía de que era capaz. Pero el maestro lo interrumpió:
- ya se sabe que tu cantas bien pero eres demasiado conocido y yo preciso alguien nuevo.
- Pues entonces yo sere el solista – dijo el jilquero y lanzó al aire sus gorgeos mágicos pero el maestro también lo interrumpió:
- Tu eres tan conocido como el canario.
- Yo cantare - dijo el ruiseñor – Mi voz y mi figura se han lucido el los palacios de la China de Egipto y del Japón, como lo prueban las historias que sobre mi se han escrito. Mi linaje de artistas se pierde en la tradición y en los siglos...
- Y por lo mismo no me sirves, porque eres más conocido que nadie
- Entonces canto yo – dijo el tordo – pero su estampa y color hicieron reír a todos los pájaros.
- Que pretensiones , las de este negro insolente...! dijo el canario.
- Como es posible que tú salvaje, ignorante pretendas rivalizar con nosotros que somos los príncipes del arte? – le dijo el ruiseñor.
- De donde saliste tú? Que antecedentes ilustres tienes? Quien te conoce en la sociedad de los artistas? – dijo el jilguero.
- Este pájaro viene de los bosques – explico el maestro – Su linaje es tan oscuro como sus plumas. Pero un artista no vale por lo que fueron sus antepasados, sino por lo que es el mismo. De manera que dejémoslo cantar.
- Y por primera vez en la historia, se oyó el canto del tordo. El maestro lo escuchaba con los ojos cerrados. Cuando terminó de cantar, lo abrazó con las alas y le dijo emocionado:
- Tú serás el solista Tienes la voz más armoniosa que he conocido...! Eres un digno cantor de la raza negra.
- Y desde aquella tarde el tordo inicio triunfalmente su carrera artística y llegó a ser famoso en el mundo entero.
Oscar Alfaro